jueves, 31 de enero de 2008

Gaudeamus igitur

Gaudeamus igitur,
Iuvenes dum sumus.
Post iucundam iuventutem,
post molestam senectutem
nos habebit humus.

Ubi sunt qui ante nos
in mundo fuere?
Venite ad superos,
transite ad inferos
ubi iam fuere.

Vita nostra brevis est,
brevi finietur,
venit mors velociter,
rapit nos atrociter,
nemini parcetur.

Un pino en el jardín

Muestra el jardín la herrumbe de la fuente
cuyas aguas compiten con la brisa;
y junto a la corriente alza su tronco
un pino que penetra en sus entrañas.
Parecen, él y sus raíces,
por donde el agua se derrama en ondas,
una sierpe enroscada con sus crías.

Ar Rusafí.

miércoles, 30 de enero de 2008

Lágrimas



Quum subit illius tristissima noctis imago
quae mihi supremum tempus in urbe fuit;
quum respeto noctem qui a tot mihi cara reliquie
labitur es oculis nuc quoque gutta meis.

Un sueño

¿Quieres oir un sueño?...
Pues anoche
ví la brisa fugaz de la espesura
que al rozar con el broche
de un lirio que se alzaba en la pradera
grabó sobre él un "beso",
perdiéndose después rauda y ligera
de la enramada entre el follaje espeso.
Este es mi sueño todo,
y si entenderlo quieres, niña bella,
une tus labios en los labios míos
y sabrás quién es "él" y quien es "ella".

Manuel Acuña.

lunes, 28 de enero de 2008

Dónde estás?

En la oscuridad de la noche, no encuentro la brillante luz
que inunda mi corazón con su sola presencia.

Te has ido?, duermes?, o estás buscándome?
Dónde estás? la luna, le he preguntado y no supo que decirme,
las estrellas no brillan como siempre y mi corazón entristece.

Haz dejado de brillar, o es que te mandaste mudar?

Donde estas Casiopea... llegarás?

Si alguien te viera, ojala me pudiera avisar...

Casiopea

Como una gota fui de la marea
la playa me hizo grano de la arena.

Fui punto en multitud por donde fui
nadie me detectó y así aprendí.

Cuando creí colmada la tarea
volví mi corazón a Casiopea.

Cumplí celosamente nuestro plan:
por un millón de años esperar.

Hoy llevo el doble dando coordenadas
pero nadie contesta mi llamada.

¿Qué puede haber pasado a mi señal?
¿Será que me he quedado sin hogar?.

Hoy sobrevivo apenas a mi suerte,
lejano de mi estrella de mi gente.

El trance me ha mostrado otra lección:
el mundo propio siempre es el mejor.

Me voy debilitando lentamente
Quizás ya no sea yo cuando me encuentren.

Silvio.

Destino del Poeta

¿Palabras? Sí, de aire,
y en el aire perdidas.

Déjame que me pierda entre palabras,
déjame ser el aire en unos labios,
un soplo vagabundo sin contornos
que el aire desvanece.

También la luz en sí misma se pierde.

O. Paz

El viento

Cantan las hojas,
bailan las peras en el peral;
gira la rosa,
rosa del viento, no del rosal.
Nubes y nubes
flotan dormidas, algas del aire;
todo el espacio
gira con ellas, fuerza de nadie.

Todo es espacio;
vibra la vara de la amapola
y una desnuda
vuela en el viento lomo de ola.

Nada soy yo,
cuerpo que flota, luz, oleaje;
todo es del viento
y el viento es aire siempre de viaje.

O. Paz

lunes, 14 de enero de 2008

El silencio

Silencio, no hay más, tan sólo oscuridad.

Miro tras los árboles y creo escuchar voces… la luz de la luna envuelve mi sueño, mientras tan sólo escribo, escribo…

Tal vez acerca de mis sentimientos, o de cómo la vida cambia, miro al cielo y veo puentes, puentes por donde transcurren los sueños, tejiendo historias que no se quieren recordar…

El tiempo pasa y observo a través de la ventana, nada es igual, la fantasía murió atrapada en aquel beso perdido junto a mi corazón, mientras la luna señala el camino donde las estrellas atrapan esas quimeras, que en algún tiempo fueron ta sólo para verlos…

Veo de nuevo la luz, envuelve mi mente, mientras tan sólo escribo, escribo…

Se oculta mi alma, mueren estrellas sin salir el sol, despierto y la razón deja inmóvil al sentir, nada de aquello volverá, ni el beso destinado a ese cielo, ni el mejor de mis sueños, nadie obtendrá la misma atención, el mismo desafío, todo será distinto…

Pero aun así, conservare el camino en medio de aquel oscuro cielo, robando el deseo de volver a sentirte al alba… Aún espero tras esa ventana a que mi vida ya sin vida, no se mezcle de dolor, mientras piensa el corazón en como tenerte sin lastimarse más…

Observo a la distancia, esas sombras ahora vienen a por mí, persiguiendo como cazadores cada uno de mis sueños, veo una luz, envuelve mi cuerpo, mientras tan sólo escribo, escribo…

Van desapareciendo las ideas tontas, que sirven de argumento para esta historia, quizás sólo son el consuelo de este instante… miro al cielo… busco de nuevo esa luz, crece la penumbra, busco la luna y creo entender algo más de ellos, veo sangre, la siento correr por mis mejillas, trato de alcanzar las estrellas, todo se tiñe, el silencio es más y más grande, es libre mi corazón… todos mis sueños se van tras esas sombras, todo termina sin volver a mi, ya no veo la luz, sólo siento el silencio, no hay más, tan sólo oscuridad, mientras tan sólo escribo, escribo…

http://aishiteru-jemy.blogspot.com/

Ossário profano

Da mesma forma como os cães enterram
Ossos avidamente recolhidos ao crepúsculo,
Para saboreá-los depois, em instante secreto e encantado,
Enterro minhas palavras num átrio espectral
Varrido pelo vento, guardando para os cegos e loucos
(Irremediavelmente feridos pela noite),
Os resíduos de uma visão crucificada dia a dia,
Canto esparso de um amor que ninguém mais sente.

Os sonhos ficam gravados no lajedo da insonia.

Milton de Lima Sousa

sábado, 12 de enero de 2008

Time to flowers???

Walter Fane: Do you like flowers?
Kitty Fane: Not particularly, no. Well, I mean yes, but we don't really have them around the house. (...)It sounds silly really. To put all that effort into something that's just going to die.

Sid: Las plantas que me gustan son las que se comen, el tiempo es relativo, se va rápido aunque a veces parece que no es asi. Pero a las plantas ni a las flores les va a interesar.

viernes, 11 de enero de 2008

Cuando ella pasa

Sentado junto a la ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Veo su adorable imagen, la de ella, mientras
Pasa... pasa... pasa de largo...

Sobre mí, la aflicción ha arrojado su velo:-
Una criatura menos en este mundo
Y un ángel más en el cielo.

Sentado junto a la Ventana,
A través de los cristales, empañados por la nieve,
Pienso que Veo su imagen, la de ella,
Que no pasa ahora... que no pasa de largo...

F. Pessoa

miércoles, 9 de enero de 2008

Bordas de hielo

Vengo a verte pasar todos los días,
vaporcito encantado siempre lejos...
¡Tus ojos son dos rubios capitanes;
tu labio es un brevísimo pañuelo
rojo que ondea en un adiós de sangre!

Vengo a verte pasar; hasta que un día,
embriagada de tiempo y de crueldad,
vaporcito encantado siempre lejos,
¡la estrella de la tarde partirá!
Las jarcias; vientos que traicionan; vientos
¡de mujer que pasó!
Tus fríos capitanes darán orden;
¡y quien habrá partido seré yo...!

C. Vallejo

martes, 8 de enero de 2008

Lamparita de noche

Una noche, la lamparita del velador se encendió:
- no quieres leer?
- Estás loca? Son las 2 de la mañana!

Minutos después, volvió a suceder.
- te ves bonita bajo esta luz

Enfadada, desconectó su lámpara para dormir en paz.
Ignoraba que su lámpara le tenía miedo a la oscuridad.

No sabía que las lámparas también lloraban.


http://justmuit.blogspot.com

domingo, 6 de enero de 2008

I`m the highway

Pearls of swine bereft of me
Long and weary my road has been
I was lost in the cities
Alone in the hills
No sorrow or pity for the leaving I feel

I am not your rolling wheels
I am the highway
I am not your carpet ride
I am the sky

Friends and liars don't wait for me
I'll get on by myself
I put millions of miles
Under my heels
And still too close to you
I feel


I am not your rolling wheels
I am the highway
I am not your carpet ride
I am the sky
I am not your blowing wind
I am the lightening
I am not your autumn moon
I am the night

Buscando en la basura

Triste,
como el perro en la autopista;
como una tortuga con prisa;
como una monja en un burdel...

Solo,
como cuando tu te fuiste:
como cuando no te rozan
unos labios de mujer.

Hoy me he vuelto a ver...

Absurdo,
como un domingo por la tarde;
como las balas por el aire;
como el puto despertador...

Inútil,
como los besos que no diste;
como un cuerpo que se viste
cuando me desnudo yo.

Y ahora que voy mas solo que la luna
negociando gasolina para este amanecer.
Ya ves, voy buscando en la basura
unos labios que me digan: "esta noche quédate".

Como un borracho en el desierto;
como una princesa en el metro;
como un reo sin voz...

Como una navidad sin techo;
como un delfín en el mar muerto;
como la lagrima que moja tu colchón.

Vacío,
como el corazón del rico;
como el bolsillo del mendigo;
como los besos de alquiler...

Confuso,
como una noche sin abrigo;
como las frases que ya no te escribo
pa´ que vuelvas otra vez.

Gracias a: http://miyo.blogia.com/

sábado, 5 de enero de 2008

La luna

Hay tanta soledad en ese oro.
La luna de las noches no es la luna
que vio el primer Adán. Los largos siglos
de la vigilia humana la han colmado
de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.

Jorge L. Borges

Miedo a perder la maravilla

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,

no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.

García Lorca.

jueves, 3 de enero de 2008

El Volkswagen de Papá Noel

Esta historia, cuando la leí, me pareció perfecta, sobretodo para la navidad. El autor cuenta que muchas veces la quiso publicar, pero se pasaba el tiempo y no lo hizo. No quiero que me pase lo mismo. Ya se que la navidad ha pasado, solo que quizas ni esté la siguiente navidad, así que no dejaré pasar esta oportunidad. Sid.

Lima 24 de diciembre del 2007.- Aunque oficialmente el verano recién había comenzado, el calor azotaba la ciudad desde hacía ya largas semanas. Quienes conocen el norte del país pueden atestiguar que el sol no anda con bromas por allá y si han vivido en aquellas latitudes, sabrán que es una calurosa cuestión de costumbre adaptarse a las altas temperaturas de la temporada. Para mí, que había respirado ese sopor desde mi niñez, y posteriormente otros vientos aún más cálidos, la tibia brisa de aquella tarde no era ninguna novedad.

En casa, jamás me hiceron creer en ese viejito que baja por las chimeneas llevando regalos los 25 de diciembre. En lugar de ello, aprendí a valorar directamente el cariño de mis padres y familiares a la hora de los obsequios. Considero como una opción válida aferrar a los pequeños a vivir la ilusión de Papá Noel, pero yo disfruté inmensamente conociendo la realidad, sobre cualquier fantasía de renos voladores y viejitos regalones.

En esa época del año compadecía a aquellos personajes disfrazados, rellenos de calurosa espuma, que con cascabeles en mano animaban las calles y locales comerciales de la ciudad. Envueltos como tamales en trajes de franela roja barata, imagino su caluroso sufrimiento bajo la barba blanca de algodón y el respectivo gorro con pompón, obligados a aullar de alegría con estruendosos “jo-jo-jo-jo”, atizados por el sol chiclayano.

Sin contar a aquellos sudorosos tamales rojos -que seguramente en esos instantes deseaban verdaderamente vivir en el polo norte-, ni a los personajes de televisión o películas, desde siempre supe que no había ningún Papá Noel. Pero esa cálida tarde de verano me daría una curiosa sorpresa en qué pensar.

Aquella no era cualquier tarde estival, era la tarde de un 24 de diciembre, a mediados de los 80. A pesar de que en casa me recomendaban no salir al centro de la ciudad en esa fecha debido a la gran congestión de gente y vehículos, yo sentía atracción por ese inusual movimento que obligaba al alcalde a cerrar una de las principales calles comerciales (Elías Aguirre), dejándola exclusivamente como vía peatonal. La medida edil despertaba comentarios diversos, desde los desaprobatorios, hasta los graciosamente ostentosos, que especulaban que el burgomaestre convertiría esa calle en un boulevard, mismo jirón de la Unión en Lima. Tal vez no se habían enterado que esplendor de ese paseo ya había caducado hacía varios lustros. Tal boulevard nunca se construyó, al menos en los casi 10 años posteriores en los que aún transité por esas calles.

No sabía por qué, pero me llamaba la atención esa mezcla de empujones con estridentes villancicos que salían hasta la calle desde de los altorparlantes de las tiendas, confundiéndose con toda clase de pregones ambulantes que ofertaban “candelillas” (bengalas o chispitas mariposa, como se conocen acá), panetones, ropa, champán, chocolate, juguetes, y por supuesto las infaltables empanadas de viento que hoy extraño cada Navidad en Lima. Había una infinidad de artículos para la festividad, inclusive hasta pavos en pié se podían encontrar en alguna calle poco vigilada por los municipales (aun no se había institucionalizado el serenazgo en esa época).

Yo no iba a comprar nada, solo recorría extasiado, una y otra vez, las calles más ajetreadas, sorteando canastas de empanadas, brillantes guirnaldas que se estiraban y encogían entre las manos de los vendedores; y panetones por doquier. Además debía cuidarme de no pisar accidentalmente alguna Barbie, un peluche o un camioncito de plastico o de tirar al piso las botellas de licor que hacían equilibrio sobre alguna caja – mostrador, en la pista clausurada para los vehículos. Creo que tuve suficiente dosis de tugurio para los años venideros, pues en la actualidad evito las aglomeraciones.

La gente entraba y salía de las tiendas, cargada de paquetes, se cerraban transacciones en segundos sobre las veredas y frecuentemente explotaban cohetones, cohetecillos, o se escuchaba el típico sonido de los rascapiés reventando como popcorn. El olor a pólvora quemada se sumaba a la amalgama de aromas y, aunque muy apurados, todos parecían felices. Parecía que todos vivían ese espíritu de fraternidad -a veces transformado en sensiblería- que emerge en esta fecha especial. Podría haber dicho entonces que se respiraba Navidad.

Fuera del improvisado “boulevard”, en una álgida esquina, los conductores renegaban de los peatones y de los semáforos, y los taxistas cobraban ya desde el medio día un recargo del 50% en las carreras. El tráfico y el gentío convertían esas calles en un inusual pandemonio, pero yo pensaba salir de aquel laberinto caminando muchas cuadras, así que no tenía que preocuparme del caos vehicular y disfrutaba de la feria en la que se había convertido el centro de la ciudad.

En medio de aquella mixtura de espíritu navideño, polvorín al aire libre, corral ambulante de pavos y prisa por comprar y vender, un Volkswagen, un destartalado bolocho anaranjado se apagó en el caldeado cruce de la Av. Luis González con la calle Elías Aguirre. Los gritos y los cláxones de impaciencia de los demás conductores no se hicieron esperar. Apremiado por la situación, el chofer de aquel taxi anaranjado bajó del vehículo e intentó empujarlo para hacerlo arrancar, pero sus solas fuerzas no eran suficientes. El armatoste rodaba muy lentamente con el esforzado conductor tratando de impulsarlo. A todas luces necesitaba de alguna o algunas manos más.

Yo observaba la escena desde algo más de media cuadra de distancia y me disponía a correr en su ayuda, pero decidí detenerme por unos instantes para ver lo que sucedía. Fue entonces cuando ese aire navideño de pronto solo olía a grasa pegoteada de pavo horneado. Los villancicos perdieron el compás y solo eran estridentes chillidos y la gente ya no parecía feliz, solo eran irritables transeúntes haciendo compras contra el reloj.

Durante casi un par de minutos nadie ayudó al conductor de la chatarra naranja, que había logrado avanzar casi toda la cuadra. Con cierto candor de adolescente me preguntaba: ¿Y el espíritu navideño? ¿Y el tiempo de paz, armonía, hermandad y reconciliación? ¿No es esta la "ciudad de la amistad"?

Dejé mis reflexiones para más tarde y corrí, con el vigor del quinceañero que era, en ayuda del chofer. Al aproximarme al Volkswagen quedé sorprendido al ver de cerca al regordete conductor de cabello totalmente cano y barba blanca mediana, prominentes pómulos y una imborrable sonrisa en el rostro -a pesar del trance que pasaba.

Era Papá Noel, o al menos se parecía demasiado al viejito de los renos. Pero este no traía un lujoso traje rojo y relucientes botas negras, sino un bolsudo pantalón que le dejaba al descubierto el elástico del calzoncillo al empujar el automóvil y usaba unos desgastados zapatos que adivino estarían a punto de romperse. Además, su descuidada humanidad se zangoloteaba mientras hacía el esfuerzo al lado de la puerta del chofer empujando el carro.

Este Papá Noel tampoco tenía a Rodolfo, el reno de la nariz roja, ni a los otros que tiraran de su trineo. Pero claro, estaba yo. No me dijo nada, solo sonrió agradecido cuando me vió posar las manos en el bolocho y disponerme a ayudarlo a empujar. A pesar de que la avenida rebalsaba de gente, nadie más prestó otra mano.

Escupiendo ruidosos gases explosivos, el vehículo se zamaqueó al primer intento por encenderlo, pero no arrancó. Volvimos a empujar varios metros hasta que agarramos más velocidad y el regordete Papá Noel tuvo que luchar de nuevo por subir a la volada a su trineo. Felizmente, esta vez el auto arrancó.

Con el vehículo en marcha, y la retahila de carros piteando detrás, el chofer se apresuró a cerrar la puerta, sacó la mano por la ventana saludándome, intentando mirar hacia atrás, pero creo que la prominente grasa abdominal le impedía efectuar un giro tan drástico a su voluptusidad. El bolocho-trineo comenzó a alejarse cuando escuché al viejito gritarme: “Feliz Navidad”. No hubo “jo-jo-jo-jo”, pero cuando recuerdo esta historia prefiero imaginar que esa risa fue el epílogo de mi encuentro con Papá Noel.

Gracias a Oscar Lora.
En: http://blogs.elcomercio.com.pe/confesionesdetaxi/

Tanto mar

Sei que estás em festa, pá
Fico contente
E enquanto estou ausente
Guarda um cravo pra mim
Eu queria estar na festa, pá
Com a tua gente
E colher pessoalmente
Uma flor do teu jardim

Sei que há léguas a nos separar
Tanto mar, tanto mar
Sei também que é preciso, pá
Navegar, navegar

Lá faz primavera, pá
Cá estou doente
Manda urgentemente
Algum cheirinho de alecrim

Chico Buarque

miércoles, 2 de enero de 2008

Para un nuevo año

Se dice que no hay mejor lugar en la tierra que el hogar, el problema esta en no saber cual es tu hogar, si tu casa, la casa de tus padres, tu país, tu mundo... o quisás solo somos peregrinos en una tierra extraña y no tenemos hogar más que el que podemos entender luego de finalizar nuestro peregrinar aqui... de cualquier manera, peregrinos o habitantes, es bueno que veamos este nuevo año con mucha esperanza, al menos eso...