Todo duerme en la ciudad.
Mas no temed,
pues alguien vela
por el laxo rebaño que descansa:
Un borracho en la esquina
con la lámpara votiva.
De su trago.
A todos, cerré, sin querer mi corazón.
Perdido he la llavecita.
Quisas haya caido en una acequia
o flote, confundida,
en el río que separa a los humanos.
Más no temo:
Puede que un día tú la encuentres
al abrir en un santo una sorpresa.
Para vivir solo hay que ser
un animal o un Dios.
Aristóteles.
Estaba Dios vestido de Dios
es decir: desnudo.
O quisas fuera solamente humano:
Porque para ser hombre
hay que ser un animal
o un dios.
Sin embargo
no he vuelto ya a esa playa,
y me queda la duda sempiterna.
Gracias a Luis Hernandez.
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