martes, 18 de diciembre de 2007

Privatizando

José Saramago, en su libro Cuadernos de Lanzarote, Alfaguara, 1997, p. 580, cuenta que leyó en Clarín el artículo: "La loca carrera privatista de Fujimori", donde se informaba que un congresista iba a presentar una ley de turismo para privatizar las zonas arqueológicas que estaban siendo mal administradas por el Estado.

El Nobel de Literatura reaccionó así: "A mí me parece bien. Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se privatice el Descendimiento de la cruz de Antonio de Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, que se privatice la Cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. Y finalmente, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los Estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo... Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos".

Cortesía de Manuel Vassallo.

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