Acongojada mi alma
día y noche delira,
el corazón suspira
por ilusorio bien;
mas las horas fugaces
pasan en raudo vuelo,
sin que ningún consuelo
a mi congoja den.
Entre mis venas corre
sutil, ardiente llama,
que sin cesar me inflama,
y llena de dolor.
Pero una voz secreta
me dice: ¡infortunado!
Vivirás condenado
a eterno desamor.
Como muere la antorcha
escasa de alimento,
así morir me siento
en mi temprano albor:
ningún soplo benigno
da vigor a mi vida,
pues vivo sumergido
en triste desamor.
Como fatuo destello
que brilla y se evapora,
se disipó en su aurora
el astro de mi amor:
fuese con élla mi dicha,
fuese con élla mi calma;
quedóle sólo a mi alma
perpetuo desamor.
Esteban Echeverria
3 comentarios:
¿Por qué de tu desamor?...me agradó el poema, está cargado de melancolía.
No es que la melancolía me agrade, si no es que talvez yo también me siento así...
Es la melancolía del autor...
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