Es él, mi más íntimo él,
quien despierta mi vida
con sus profundas llamadas secretas.
El, quien pone este encanto en mis ojos;
quien pulsa, alegremente, las cuerdas de mi corazón
en su múltiple armonía de placer y de pesar.
El, quien teje la tela de esta maya
con matices tornasoles de oro y plata, azul y verde;
quien asoma por sus pliegues los pies,
cuyo contacto me enajena.
Los días pasan, mueren los años,
y él sigue moviendo mi corazón con mil nombres,
con mil disfraces, en innumerables transportes
de placer y de pesar.
Rabindranath Tagore
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