aún se te cierran los ojos de sueño.
¿No sabes que la flor está reinando,
esplendorosa, entre espinas? ¡Despierta, despierta!
¡No dejes pasar el tiempo en vano!
Allá al fin del sendero guijarroso,
en una solitaria tierra virgen,
mi amigo está sentado solitario.
¡No lo engañes esperándote! ¡Despierta, despierta!
¿Qué si el cielo jadea y palpita en la brasa del mediodía?
¿Qué si la arena hirviente tiende su manto sediento?
¿No sientes alegría en la profundidad de tu corazón?
¿No se abrirá el arpa del camino,
a cada paso tuyo, en suave música de dolor?
