Oh fuego, hermano mío, yo te canto un canto delirante.
Eres la imagen brilladora y púrpura de la libertad.
Alzas tus brazos hacia el cielo
y tus dedos ávidos pulsan las arpas del aire.
Y danzas tu danza ligera y terrible
al son de tu propia música.
Cuando finen mis días,
cuando mi alma rompa los límites, en ti arderán,
hasta ser pávida ceniza, mis ojos, mis manos y mis pies.
Mi cuerpo se hará uno con el tuyo,
mi corazón será arrebatado en tu frenético torbellino,
y la llama trémula que era mi vida
se fundirá con tu llama única.
Rabindranath Tagore
No hay comentarios:
Publicar un comentario