jueves, 21 de agosto de 2008

Oración II

Que yo nunca rece para ser preservado de los peligros:
sino para alzarme ante ellos y mirarlos cara a cara.

Que no pida la extinción de mi dolor:
sino el coraje que me falta para sobreponerme a él.

Que no confíe en aliados en la guerra de la vida sobre el campo de batalla del alma: que sólo espere de mí.

Que no implore, espantado, mi salvación:
que tenga la fe necesaria para conquistarla.

Dame no ser ingrato: pues a tu misericordia debo mis triunfos.
Y si sucumbo, acude a mí con tu brazo fuerte.

¡Y dame la paz, y dame la guerra!

Rabindranath Tagore

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